¿Por qué cada vez hay menos matrimonios y relaciones permanentes?


El matrimonio es una institución social que ha existido desde tiempos antiguos y que ha tenido diversas formas y funciones a lo largo de la historia. Sin embargo, en las últimas décadas se ha observado una tendencia a la baja en el número de matrimonios y de relaciones permanentes en muchos países del mundo, incluyendo México. ¿Cuáles son las causas y las consecuencias de este fenómeno? ¿Qué factores influyen en la decisión de casarse o no? ¿Qué implicaciones tiene para la sociedad y para los individuos?

Algunas de las posibles causas de la disminución de los matrimonios y las relaciones permanentes son:

  • El cambio en los roles y expectativas de género. Las mujeres han logrado mayor autonomía, educación y participación laboral, lo que les ha permitido tener más opciones y oportunidades que antes. Muchas mujeres ya no ven el matrimonio como una necesidad o un destino, sino como una opción personal. Los hombres, por su parte, también han experimentado cambios en su identidad y en sus responsabilidades familiares, lo que les ha generado incertidumbre y conflicto.
  • El aumento de la esperanza de vida. Las personas viven más años que antes, lo que implica que el matrimonio ya no es un compromiso para toda la vida, sino para una parte de ella. Muchas personas prefieren vivir diferentes etapas y experiencias antes de casarse o después de divorciarse. Otras optan por tener relaciones más flexibles y abiertas, sin formalizarlas legalmente.
  • La influencia de la cultura y los medios de comunicación. La sociedad actual está marcada por el individualismo, el consumismo y el hedonismo, lo que favorece la búsqueda de la satisfacción personal y el placer inmediato. Los medios de comunicación transmiten modelos e ideales de amor romántico, basados en la pasión, la atracción y el idealismo, que muchas veces no se corresponden con la realidad. Esto genera frustración, desilusión y desencanto en las relaciones.
  • La crisis económica y social. La situación económica y social de muchos países ha afectado negativamente a las condiciones de vida de las personas, especialmente de los jóvenes. La precariedad laboral, el desempleo, la pobreza, la violencia y la inseguridad dificultan el acceso a la vivienda, la educación y la salud, lo que limita las posibilidades de formar una familia estable y duradera.

Algunas de las posibles consecuencias de la disminución de los matrimonios y las relaciones permanentes son:

  • El aumento del número de personas solteras o sin pareja. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del tercer trimestre del 2018, el 31.7% de la población mexicana de 15 años o más está soltera. Esto implica que hay más personas que viven solas o con sus padres, que tienen menos apoyo emocional y social, y que pueden enfrentar mayores riesgos de soledad, depresión o aislamiento.
  • El aumento del número de divorcios. Según los registros administrativos del INEGI, los divorcios se incrementaron 5.6% entre 2016 y 2017. Esto implica que hay más personas que rompen su vínculo matrimonial por diversas razones, como la infidelidad, la incompatibilidad, el aburrimiento o la violencia. Los divorcios generan consecuencias económicas, legales, sociales y emocionales para los ex cónyuges y para sus hijos, si los tienen.
  • El aumento del número de matrimonios entre personas del mismo sexo. Según los registros administrativos del INEGI, en 2017 se registraron 4 mil 341 matrimonios entre personas del mismo sexo en México. Esto implica que hay más personas que ejercen su derecho a contraer matrimonio con quien eligen, sin importar su orientación sexual o su identidad de género. Los matrimonios entre personas del mismo sexo representan un avance en materia de igualdad y diversidad.
  • El cambio en la estructura y dinámica familiar. La disminución de los matrimonios y las relaciones permanentes afecta la forma en que se organizan y funcionan las familias. Hay más familias monoparentales (con un solo progenitor), reconstituidas (con hijos de anteriores parejas), extensas (con parientes cercanos) o ensambladas (con miembros no consanguíneos). Estas familias tienen que adaptarse a nuevas situaciones y retos, como la convivencia, la comunicación, la autoridad o el afecto.

El matrimonio y las relaciones permanentes son fenómenos sociales complejos que dependen de múltiples factores históricos, culturales, económicos y personales. Su disminución no implica necesariamente una crisis o un fracaso del amor o de la familia, sino una transformación que refleja los cambios sociales e individuales que se han producido en las últimas décadas. Sin embargo, también plantea desafíos para garantizar el bienestar y la protección de las personas que deciden casarse o no, así como para promover el respeto y la tolerancia hacia las diversas formas de vivir el amor y la pareja.

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