La relación entre China y Taiwán es una de las más complejas y tensas del panorama internacional. Desde que se separaron de facto en 1949, tras una guerra civil, ambos territorios se reclaman mutuamente como parte de una sola China. Sin embargo, mientras que el gobierno de Pekín considera a Taiwán como una provincia rebelde que debe ser reunificada por la fuerza si es necesario, el de Taipéi defiende su soberanía y su identidad democrática.
La situación se ha agravado en los últimos años por varios factores: el aumento del nacionalismo y la desconfianza en ambos lados del estrecho; la cercanía de Taiwán con Estados Unidos, su principal aliado y proveedor de armas; las disputas diplomáticas por el reconocimiento internacional de la isla; y las ambiciones militares y geopolíticas de China en la región.
Ante este escenario, ¿cuáles son las opciones para evitar una confrontación que podría tener consecuencias catastróficas para la paz y la estabilidad mundial? Algunos expertos sugieren las siguientes posibilidades:
- Mantener el statu quo: esta opción consiste en preservar el equilibrio actual entre las partes, sin provocar cambios unilaterales que puedan desencadenar una crisis. Implica respetar el principio de «una sola China» pero sin definir su contenido ni su interpretación. También supone mantener el diálogo y la cooperación en temas prácticos, como el comercio, el turismo o la salud. Esta opción ha sido la más seguida hasta ahora por los gobiernos implicados y por la comunidad internacional, pero también tiene sus riesgos y limitaciones, ya que no resuelve el problema de fondo ni satisface las aspiraciones de ninguno de los actores.
- Buscar una solución pacífica: esta opción implica reconocer la existencia de dos entidades políticas distintas dentro de una misma China y negociar un acuerdo que garantice sus derechos e intereses. Podría basarse en el modelo de «un país, dos sistemas» que se aplica en Hong Kong y Macao, o en otro tipo de fórmula que respete la autonomía y la democracia de Taiwán. Esta opción requeriría una gran voluntad política y flexibilidad por parte de ambos gobiernos, así como el apoyo de la comunidad internacional. Sin embargo, parece poco factible en el corto plazo, dada la falta de confianza mutua y las presiones internas y externas que enfrentan ambos líderes.
- Prepararse para una confrontación: esta opción consiste en asumir que el conflicto es inevitable y tomar medidas para defenderse o atacar al otro. Implica aumentar el gasto militar, fortalecer las alianzas estratégicas, desarrollar capacidades disuasorias o coercitivas, y estar dispuesto a usar la fuerza si se dan ciertas condiciones. Esta opción es la más peligrosa y arriesgada, ya que podría desatar una guerra con consecuencias imprevisibles para los contendientes y para el resto del mundo. Además, no garantiza el logro de los objetivos perseguidos ni el fin del conflicto.
Como se puede ver, ninguna de estas opciones es fácil ni ideal. Todas tienen sus ventajas e inconvenientes, sus oportunidades y sus desafíos. Lo que está claro es que la situación entre China y Taiwán requiere una atención constante y una gestión prudente por parte de todos los actores involucrados. Solo así se podrá evitar una escalada que ponga en peligro la paz y la seguridad globales.
Interesante, no tenía mucha información sobre este conflicto bélico, aunque me dejo bastante curiosidad sobre el tema. Sin duda este conflicto es algo sumamente delicado y peligroso que está en manos de muy pocos.
China y Rusia son los principales riesgos hoy en día, bueno tambien Pakistan y Corea del Norte..